lunes, 22 de junio de 2009

APORTES DE LA DIDÁCTICA DE LA LENGUA

Durante muchos años la práctica de la enseñanza y las propuestas didácticas eran "deducidas" de los aportes de los conocimientos psicológicos y/o lingüísticos (referidos al uso de la lengua y a la construcción del conocimiento lingüístico en situaciones no didácticas), lo cual era y es importante, pero no suficiente, ya que ninguno de estos conocimientos pueden explicar la interacción que se produce entre los tres polos del triángulo didáctico (objeto disciplinar, docente, alumno).

Es por eso que, en estos últimos quince años, se ha puesto énfasis en investigar la enseñanza y el aprendizaje de la lectura y escritura en la escuela, para lo cual hubo que analizar las propuestas y replantarse el modelo didáctico.

Después de haber leído el capítulo de Delia Lerner "Lectura y escritura. Apuntes desde la perspectiva actual", podemos realizar la siguiente síntesis:

Las personas que elaboran Documentos Curriculares deberán tomar decisiones acerca de los contenidos a enseñar. Esto supone una reconstrucción del objeto. Se trata de un primer nivel de la transposición didáctica (pasaje de saberes científicos a los objetos o práctica a enseñar).

La selección de los saberes es imprescindible, ya que nos resultaría imposible enseñarlo "todo". En esta selección debe haber una jerarquización de lo que se considere prioritario, sin descuidar el contexto donde están inmersos, evitando un alejamiento excesivo del objeto de enseñanza y el objeto social.

Las ciencias que estudian estos saberes no pueden tomar todas las decisiones, también los propósitos educativos cumplen un rol fundamental; y será, teniendo en cuenta a los dos, de donde surgirán las prácticas escolares.

Por ejemplo: el principal "...propósito educativo de la enseñanza de la lectura y escritura (...) es el de incorporar a los chicos a la comunidad de lectores y 'escritores'; es formar a los alumnos como ciudadanos de la cultura escrita..."[1] De acuerdo a este propósito, el objeto de enseñanza está constituido por las prácticas sociales de lectura y escritura.

Una vez decidido el objeto de enseñanza, es necesario saber en qué consisten esas prácticas (para explicar los contenidos e intentar definir las condiciones didácticas capaces de preservar su sentido).

Las prácticas sociales de lectura y escritura existen desde hace tiempo, y no son independientes de los estudios lingüísticos. La contribución de las ciencias del lenguaje si bien, no nos suministra un objeto de referencia, hacen un aporte decisivo a la conceptualización de las prácticas.

[1] Lerner, Delia y otros. Textos en contexto, vol. 4: La escuela y la formación de lectores y escritores. Artículo: Apuntes desde la perspectiva curricular. Lectura y Vida, 1998 (pág. 13)

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